El día que morí, todo me pareció ridículo y exagerado.
Me di cuenta que nada es mas importante que respirar
y que no vale la pena amargarse por nada. Realmente
por "nada".Somos un paso tan corto en esta dimensión
tan minúsculo,casi un chasquido aunque vivas cien años.
Me sorprendió escuchar las tonterías que pensamos y
las excusas que nos permiten el "no hacer".
El día que morí, descubrí otro mundo menos oscuro
que el que imaginaba y mas placentero que el que
suponía. Acá no hay mala onda ni buena vibra.
Acá no hay nada, pero eso no lo hace vacío, todo lo
contrario. Podemos llenar nuestros " no días" de lo que
queramos y con quien se nos plazca. Aquí no hay
diferencia de clases, ni de razas, ni de idiomas. Todos
nos entendemos muy bien y hacemos el amor hasta el
cansancio. De haberlo sabido, hubiese muerto antes.
Acá no extrañamos a nadie, no lloren por nosotros
sabemos que los volveremos a ver, es cuestión de tiempo.
Mejor sonrían que la vida no perdona y la muerte si.
Desde que morí soy feliz a toda hora pero no sé por qué
extraña razón me encuentro en una larga fila de almas
por un pasaje al nuevo útero materno.
Esta vez debo elegir mejor, entrar a vivir a full, recordar
ese mensaje y volver lo mas pronto posible.
HUMO
