
La soledad duerme en un banco de plaza. Se acuna en la
noche desposeída. Ella entiende de ausencias. Conoce el
lado oscuro y marginal del alma. Sabe de calles vacías y
de silencios profundos, como del hambre, el frío y el dolor.
Transita en las miradas de aquellos que la besan probando
su amargura, cítrica y sal. Es una dama errante que lame
sus heridas matando el tiempo, grotesca compañía que muere
en las esquinas en busca de ilusiones que jamás, anidan.
HUMO