El aire fluye difuso en el vagón de la muerte,
se torna irrespirable, asfixia entre los
olores perversos que irradian los cuerpos.
Son almas perdidas, miradas que lastiman.
Es un dolor tan agudo el hambre...
Apretados y erguidos verticalmente,
obligados a mantenerse y a abandonarse
en esa posición porque no sobra espacio,
a fuerza los subieron y ocupan
diez veces más la capacidad del vagón.
Las madres con sus hijas, sus hijos con sus padres,
ahora más que nunca, los une el miedo;
el terror a lo incierto, la temible fragilidad de deshacerse,
la amargura de la desesperanza y el horror
de perderse en si mismos.
Muchos morirán en este viaje,
de pié como los árboles,
otros ya están muertos en vida,
desde hace tiempo,
y otros tantos llegaran a destino,
para gozar las duchas
de Auschwitz.
HUMO
Duro tema, muy duro..
ResponderEliminarpara mi casi insoportable..
lo siento..
apenas pude leerlo..
un besico..