HUMITOS
Te lo digo en tu idioma
miércoles, 19 de septiembre de 2012
LAS OLVIDADAS
Ellas colgaban de la pared. Harapientas, roñozas.
Sus cabellos secos, su piel gastada
vaya saber cuanto tiempo.
Se les escurría el alma.
Amarradas sus huesudas manos
a sueños imposibles, a besos resignados.
Fueron muriendo de a una
fueron perdiendo el habla.
Ya nadie las escuchaba
parecían fantasmas en su propia casa.
Cómo podrían soportar tanta soledad sin anestesia.
HUMO
lunes, 10 de septiembre de 2012
LOS SONIDOS DEL SILENCIO
No quiero un silencio absoluto
me quedaría sorda, perpleja.
Quiero un silencio de sonidos
de voces internas, de respiración
la tuya, la mía.
En ese silencio navegar
en mares revoltosos o estanques
bellas diferencias donde nada el tiempo
en que amamos, con música de latido
el tuyo, el mio.
El silencio de besos y manos poseídas
de noche latente y luna muda
iluminada, espía.
No quiero un silencio absoluto
me quedaría sola, vacía.
Quiero un silencio de ojos que miran
después del mediodía
y quieran seguir estando enamorados.
Quiero un silencio que se rompa
de ser necesario
y sea bienvenida la risa
la tuya, la mía.
HUMO
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EL EXPLORADOR...by Humo.

Un mundo por descubrir.
LOS HIJOS

Son la parte más bella de mí...
Los hijos son el único, puro y verdadero e incondicional amor
que existe...
que existe...
UN DÍA DE FURIA

Tengo mi temperamento...
Me arrancaste la sonrisa de la cara
a girones, con palabras nauseabundas.
No mediste consecuencias,
poco te importó el impacto de tal acto.
Sentimientos rotos,
dolor agudo y sangrado.
Me quebré por dentro
y afloró la lágrima,
la rabia, la impotencia.
Abriste la puerta equivocada
e invadiste mi espacio
como un ratero,
escupiendo el odio visceral
de tus entrañas
a lo más sagrado, que es, un hijo.
Fué un golpe bajo, inesperado.
Yo, no lo merecía.
Y vos... vos, me das asco!
a girones, con palabras nauseabundas.
No mediste consecuencias,
poco te importó el impacto de tal acto.
Sentimientos rotos,
dolor agudo y sangrado.
Me quebré por dentro
y afloró la lágrima,
la rabia, la impotencia.
Abriste la puerta equivocada
e invadiste mi espacio
como un ratero,
escupiendo el odio visceral
de tus entrañas
a lo más sagrado, que es, un hijo.
Fué un golpe bajo, inesperado.
Yo, no lo merecía.
Y vos... vos, me das asco!